En un estudo realizado, manteniendo botellas de agua a temperatura ambiente durante un cierto tiempo, parte del antimonio utilizado en el proceso de fabricación del PET se acaba transfiriendo al agua. En el caso de las botellas europeas hasta un 90%. Aparentemente los niveles de antimonio detectados siguen por debajo de los límites de seguridad alimentaria, aunque el consumo excesivo o continuado puede producir acumulaciones de dicha sustancia en el organismo, si este no es capaz de metabolizarlo correctamente.
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