La guerra de precios abierta entre los supermercados y la sustitución a gran escala de productos por los del propio distribuidor, todo ello al calor de la crisis y del éxito de las cadenas de superdescuento (las que más crecieron el año pasado), causa daños colaterales. La Unió de Llauradors i Ramaders criticó la masiva presencia de marcas blancas en los lineales de los supermercados porque con ellas se obliga a los proveedores a bajar sus precios, lo que en definitiva repercute en los agricultores.
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