La alimentación del mundo depende del nitrógeno y del fósforo, y el último se está agotando. A 100 kilómetros de El Aiún, la capital del Sáhara Occidental, en pleno desierto, está la mina a cielo abierto de Bou Craa, el depósito de fosfatos más grande del mundo.Pero la mina de Bou Craa tiene sus días contados: en algún momento entre los próximos 60 y 70 años el fosfato se agotará. El fosfato es un inmenso negocio para Marruecos y para su monarca. El país africano es el tercer productor del mundo, tras China y EEUU.
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