"¡El afiladooooor..!" hace unas décadas estas dos palabras se escuchaban, junto a un característico sonido, en las calles de toda España. Las profesiones y los trabajos, sin embargo, cambian y se adecuan en función de las necesidades del mercado. La tecnología, la competitividad y la falta de tiempo hacen que la mayoría de los trabajos que requieren un esfuerzo manual sean reemplazados por la industria, por lo que ante este vertiginoso ritmo, el afilador ha desaparecido casi por completo de las ciudades.
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