Hasta ahora sólo había podido probarse –con las reservas de algunos expertos– la conexión negativa entre el gesto de un dedo y la destrucción de un país. Por primera vez investigaciones del FMI permiten hablar de algo así como una “bomba atómica invertida” o “bombardeo curativo”; es decir, de la relación solidaria entre banales gestos cotidianos y las condiciones de vida de los menos favorecidos. Se puede también pulsar un botón y hacer reverdecer los árboles o multiplicar los panes y los peces.
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