Nadie que conozca las costumbres de ocio de buena parte de la juventud puede escandalizarse por lo ocurrido: que salgan un sábado noche, visiten botellódromos, vayan a un bar de copas o escuchen las letras de los reggetones. ¿Por qué regla de la corrección política no va a decidir libremente que se puje simbólicamente por ella en público? Tampoco las acusaciones de discriminación de género están justificadas; por lo que he leído ha habido paridad en la gilipollez: en una fiesta anterior habían sido varones los subastados.
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