Imagine que a final de mes no tuviese que pagar por el uso de la calefacción. Ni por el agua caliente. Ni por la electricidad. Imagine el dinero que se ahorraría. Y todavía más, imagine que con ello le estaría haciendo un favor a su país y a todo el planeta. No estaría nada mal, ¿no? Pues no es ningún sueño. O al menos así lo piensa el Parlamento Europeo que, el pasado mayo, aprobó una nueva normativa por la cual todos los edificios construidos a partir del 2019 tendrán que ser capaces de generar la energía que consumen.
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