La imagen es recuperable en la memoria de casi todos los que han superado ya la adolescencia. Cuando el aparato rompía contra el suelo, daba inicio un divertido juego: atrapar las escurridizas bolitas de mercurio que habían salido desprendidas al partirse el tubo. Ese entretenimiento, cuestionable por los riesgos nocivos del mercurio para la salud y el medioambiente, no volverá a repetirse en los hogares europeos. La Unión Europea ha dado hoy su visto bueno final a la directiva que prohíbe, de aquí a año y medio, su fabricación.
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