El 20 de julio de 1936, un día antes de cumplir 27 años, mi abuelo pasó de ser un cerrajero militante de la CNT que se encontraba circunstancialmente en Lugo, a ser un delincuente retenido y juzgado por un delito de adhesión a la rebelión. A ojos del estado y de nuestra democracia, hoy, 75 años más tarde, sigue siendo un delincuente. Adhesión a la rebelión es el delito que escogieron quienes se rebelaron contra la democracia legalmente constituida para acusar a quienes la defendieron.
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