Una abogada de oficio que defendía a un sintecho de Vigo se levantó ayer de la silla en mitad del juicio, cruzó al estrado y espetó entre sollozos: «¡Señoría, no puedo seguir!». La jueza había cortado varias veces el interrogatorio de la letrada a los policías locales que arrestaron al indigente. Iba a detalles para pillarlos en contradicciones. La titular se exasperó y declaró improcedentes sus preguntas.
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