La fotógrafa Shauna Frischkorn ha retratado durante tres años a la generación de los videojuegos. Para ello, ha sentado a varios jóvenes en una sala oscura y los ha puesto a jugar al Grand Theft Auto o al Fight Club durante horas. Al principio, no se inmutaban con los flashes y eso la sacaba de quicio. Hasta que empezó a percibir expresiones sutiles en sus ojos y el movimiento frenético de sus dedos. Su exposición Game Boys recoge a estos 'nuevos místicos' en su particular éxtasis electrónico.
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