Esta vez toca uno de esos post que para un aerotrastornado como yo produce una extraña mezcla entre placer y tristeza. Por un lado es un lujo poder meter las narices y el trípode por todas las interioridades del avión que a uno se le antoje, pero por otro da bastante pena ver lo que puede hacer el tiempo (y los gamberros) en un pájaro tan majestuoso como este.
|
etiquetas: avión , antonov , abandonalia