Aprendí desde muy pequeño a no juzgar a las personas, gracias a mi preciosa madre, tuve una infancia que recuerdo y añoro. Ella era la mejor del mundo, siempre sonriente, siempre amable con todos, siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesite. Ella era puta y era feliz.
|
etiquetas: relatos , historias