La Sevilla del verano de 1936 fue una saturnal de sangre, terror y fuego donde cualquier vecino de la ciudad que hubiera tenido la menor vinculación con cualquier cosa que tuviera que ver con la República corría un serio peligro. Miles de asesinados en aquellos días por las tropas rebeldes comandadas por Queipo de Llano esperan todavía en las fosas comunes del cementerio de San Fernando. La investigación de la fosa de Pico Reja desvela un tamaño mucho mayor de lo calculado por los expertos, que cifran en al menos 1.103 los cuerpos enterrados.
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