Aunque no sea esa la versión que propaga la narrativa histórica oficial, no cabe duda que incluso los personajes más crueles y autoritarios son, en esencia, seres humanos, con algún gusto o aversión compartida con otros de sus semejantes. Parece antinatural e inadmisible, pero es posible imaginar a alguien como Hitler acariciando a su mascota, a un torturador de cualquiera dictadura sudamericana cuidando un jardín. ¿Por qué no?
|
etiquetas: curiosos , pasatiempos , lideres , crueles , sanguinarios , dictadores