Siempre se dice que las adaptaciones cinematográficas de obras literarias son, comparativamente, inferiores que las obras literarias. Es posible que ocurra con cierta regularidad, pero la comparación es injusta: ambas juegan con unos códigos difícilmente comparables. En cualquier caso, hay películas que acaban siendo, en suma, mucho más satisfactorias que las novelas que adaptan, como, a mi juicio, ocurre con El club de la lucha, de Chuck Palahniuk, adaptada magistralmente por el director David Fincher (Seven, La red social).
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