Luego vino The Simpsons, que revolucionó la televisión en innumerables formas bien documentadas. Sin embargo, sobre todo, el espectáculo demostró lo que la animación televisiva era capaz de hacer: que podía ser cosmopolita, subversiva y actual, que era el lienzo perfecto para todo, desde el trabajo de carácter profundamente sentido y comentarios incisivos hasta chistes brillantemente tontos. (Los mejores bits de Simpsons de alguna manera logran ser todas esas cosas al mismo tiempo).
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