Aislados del mundo exterior, los niños de la Familia crecieron bajo la estricta supervisión de otras integrantes de la secta, a las que llamaban “las tías”, y a menudo eran golpeados o castigados sin comer durante días. La manipulación psicológica fue especialmente fuerte. Una de las fotos más famosas del caso muestra a los niños vestidos con ropa conjuntada y el pelo teñido de rubio y cortado de la misma forma, un truco útil para convencerlos de que eran todos hermanos.
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