El funcionario no sale de su asombro. Y no es para menos. En la carta dirigida a su nombre, una persona a la que examinó del carné de conducir en 1990 le reprocha que le hubiera suspendido. «Se cumplen 23 años desde el infausto día en que usted más que suspenderme, me insultó amparándose en la discrecionalidad enjuiciadora que le concede su condición profesional».
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