Pasé las Navidades de 2002 limpiando chapapote en Galicia. Tenía 19 años. Diez años después, hoy, comienza el juicio para depurar responsabilidades técnicas y políticas del hundimiento y el desastre natural que provocó el hundimiento del Prestige y que movilizó a cientos de voluntarios. A la vuelta escribí esto para el periódico ‘El Grito’ de mi facultad.
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