A los seis meses de convertirse en la primera persona del mundo en recibir un trasplante de cara, Isabelle Dinoire había recuperado las sensaciones de calor y frío en su rostro. A los 10 meses ya podía cerrar normalmente la boca, y dos más tarde comía y bebía sin problemas. Al cabo de un año y medio de aquella operación pionera, Isabelle recuperó plenamente su sonrisa. La imagen:
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