Un acuerdo con el jardinero de la plaza es el único hilo de humanidad que han recibido desde su desahucio. El trabajador hace la vista gorda y desactiva los aspersores para que no se empape el precario campamento instalado en el parque Cuartel Huertas, frente a los juzgados de Móstoles. “Ahora estamos esperando a que termine de regar”, relata una de las mujeres desahuciadas en el municipio de la Comunidad de Madrid
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