Los fans más veteranos de Agustí Villaronga se llevaron una sorpresa de lo más agradable con la avalancha de Premios Goya que cayó sobre su Pa Negre a comienzos de este año. Y han quedado más satisfechos aún tras la concesión del Premio Nacional de Cinematografía al director mallorquín: cuando su debut largo, Tras el cristal, sembró la polémica en 1986, parecía que Villaronga iba a quedar para los restos como uno de esos cineastas inclasificables, 'peligrosos' (para algunos) y, en definitiva, malditos.
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