Hay un partido político que en estos momentos está intentando alcanzar el número suficiente de escaños para gobernar. Sin embargo, todo parece indicar que no va a alcanzar ningún pacto para lograr su objetivo. No por ello se puede descartar por completo que el PP alcance la mayoría suficiente echando mano del transfuguismo de parlamentarios deseosos de incrementar su patrimonio de forma sencilla. El pasado lo avala; ¿quién no recuenta el tamayazo que colocó al PP en la Comunidad de Madrid hasta la actualidad? O incluso, ¿cómo olvidar el esperpento organizado para impedir la aprobación de la vigente reforma laboral?
El transfuguismo es una subclase de corrupción al subvertir los resultados alcanzados en las urnas mediante oscuras transferencias de prebendas. Sin embargo, eso no se castiga electoralmente. Imaginemos que el delantero estrella de un gran club de fútbol durante un partido contra su equipo rival, y con el título en juego, empieza a marcar goles en propia puerta, haciendo campeón al rival. Al acabar el partido, dicho delantero es fichado por el equipo rival. ¿Se imaginan lo que ocurriría entre la hinchada? No descarto que incluso hubiera masivas manifestaciones en las calles. Sin embargo, el tamayazo pasó sin pena ni gloria entre la ciudadanía, si acaso algún comentario insultante en la barra de un bar, dado que en esa época aún no existían las redes sociales. Y el PP fue castigado con sucesivas mayorías absolutas en las siguientes elecciones.
Es por ello que no descarto serios intentos de compra de diputados por parte del PP para alcanzar la investidura, es algo que no se castiga electoralmente y deja fuera de combate al rival durante mucho tiempo.