Vaya por delante que para hablar de este tema habría que tener el cuidado y la prudencia de documentarse no sólo histórica y socialmente sino también teológicamente, cosa que no estoy haciendo. No obstante, sí que me atrevo a considerar que puedo aportar un pequeño granito al debate más o menos actual alrededor de la religión y lo religioso.
Probablemente por herencia cultural, soy de la opinión de que lo más apropiado para el mejor funcionamiento de un pueblo es una separación total y efectiva de la religión y la política, administración o gobierno. Es decir, que no se tengan en cuenta criterios religiosos para legislar, administrar, juzgar, gobernar... Sin embargo también soy creyente, y es cierto que además tiendo a valorar lo en común que tiene la historia de la religión y las religiones con otras disciplinas (la antropología, la filosofía...), por lo que en general apoyo su enseñanza; si bien no como ahora se suele hacer, que parece una suerte de catequismo rancio, sino desde una perspectiva más "de letras", para entendernos.
Se oye y se lee bastante a menudo que un laicismo permisivo, asociado por lo general a corrientes progresivas y/o de izquierdas, terminan por facilitar la multiplicación de ideas que a la larga son precisamente lo contrario: conservadoras, absolutistas, retrógradas, etc. Los que sostienen esto están bastante bien repartidos entre cristianos (en general por herencia) y ateos/agnósticos (también, pero menos), independientemente de que en cada grupo haya más o menos personas que pertenezcan al mismo tras haber reflexionado más o menos. Por lo tanto, se dice, la permisividad tiene que tener un límite, y este límite ha de ser firme, aunque tal firmeza esta trazada aún inciertamente (¿no velos? ¿no mezquitas?). Aunque sea comparar la velocidad con el tocino y pueda reprochárseme, formalmente este hilo argumentativo lo veo bastante próximo al que pretende arreglar la criminalidad con el endurecimiento de las penas, pasando por alto cuestiones sociales, económicas, históricas... Mejor prohibir/encerrar/deportar que enseñar/ayudar/cuidar, es el razonamiento.
Aquí es donde realmente creo que vengo a decir algo, que no es mío ni mucho menos, y que muchísimos piensan, estoy seguro, aunque algunos no se hayan percatado de que lo piensan. La solución para el conservadurismo absurdo y anacrónico de ciertas comunidades religiosas pasa por preocuparse de esas comunidades religiosas, y esa preocupación a su vez requiere que los líderes religiosos sean personas ilustradas. Es a todas luces absurdo que alguien de este siglo con suficiente formación y capacidad reflexiva recomiende agredir a una mujer. No hablo de que no lo hagan, o de que no haya "cultos fachas". Hablo de lo que realmente significa ser de este siglo, estar formado y ser reflexivo. Hablo de darse cuenta de que la paulatina escisión de los discursos (hace ya siglos que los fenómenos atmosféricos no se explican con relatos míticos, y que las leyes también se deciden sin los dioses) no hace sino circunscribir más y mejor qué es el hecho religioso, que no es ni el hecho social, ni el hecho legal, ni el hecho natural, ni ningún otro. Es absurdo que alguien que defiende que, por ejemplo, Alá es anterior al tiempo, después diga que de acuerdo a su palabra hay que discriminar a la mujer. Es absurdo, por muy teólogo que se sea (y de hecho más absurdo cuanto más teólogo se sea) defender la inamovibilidad de una costumbre terrenal. No se puede decir que Dios le dio aletas al pez para nadar y que, bueno, si se acabase el agua, pues Dios prefiere que siga aguantando ahí con sus aletas, pero que aguante. Las cuestiones terrenales están por necesidad sujetas a un cambio y a una actualización, y esto ha de ser perfectamente visible y también innegable desde la misma religión. Porque la religión no tiene en sí nada que ver con el inamovilismo, ni etimológicamente. Si es re-ligare, es porque hay que re-ligarse. Si es re-legere, es porque hay que releer. El "yo ya leí y ya me ligué, ahora que se me adapte el mundo" no es religión, no debe serlo. Y ese mensaje es el que se conseguiría transmitir si facilitásemos que las comunidades religiosas estuviesen representadas por personas que lo merezcan, por personas que piensen.