Me defino como socialdemócrata, del lado más liberal. El Estado debe ser lo más pequeño posible, siempre y cuando garantice la seguridad, sanidad, educación y ciencia de sus ciudadanos, especialmente de los menores de edad, para garantizar la igualdad de oportunidades. Siempre evitando tomar de los ciudadanos productivos un € de más. Ese debería ser el pacto entre lo colectivo y lo privado.
¿Me considero de izquierdas? Sí. ¿Me representa esta izquierda posmoderna? para nada. ¿Soy feminista? Hasta el túétano? ¿Defiendo a Irene Montero y las políticas del Ministerio de Igualdad? No, para nada, para mí son el enemigo. ¿Soy marxista o comunista? En 2025 no puedo siquiera respetar el cerebro de alguien que se defina así. Eso no quiere decir que no piense que en su día el Materialismo Histórico fue una revolución intelectual muy sólida. Pero ya está. Me quedo con lo interesante y paso página. O sea, no ¿Soy liberal? Tampoco, no creo que la magia, ni en la bondad inherente de nadie. Creo en el equilibrio.
Mi problema es que (sin ser una experta) he estudiado demasiada Historia como para tragarme ciertas mentiras ampliamente aceptadas.
La jornada de 8 horas no se la debemos a los comunistas, sino a los benedictinos. La liberación de las mujeres en occidente en el siglo XX no vino de la mano de partidos políticos, sino de revoluciones tecnológicas, científicas y una matanza de hombres entre ellos. A los homosexuales el Che Guevara los metía en campos de concentración. La lucha contra la esclavitud no vino de la mano de guerreros de la justicia social, sino de los católicos en una parte del mundo y otros cristianos en el mundo protestante, más los que querían hundir la riqueza de los estados de sur de los EE.UU.
En Europa nos hemos gastado 44.000.000€ en políticas contra la violencia de género por cada mujer asesinada por ser mujer. Repito: cuarenta y cuatro putos millones de euros, y seguimos igual. Obviamente esto no va.
La ciencia es profundamente imperfecta, pero no tenemos nada mejor para sustituirla por ahora. Si aparece cogeré número para el cambio. La pedagogía de 1980 y 90 tenía mucho más respaldo científico que la payasada posmoderna que los políticos meten en las aulas ahora. Y cada día más profesionales se plantan en el norte de Europa, donde vivo y trabajo.
No me entra en la cabeza que la cultura occidental vaya a perecer finalmente bajo el Islam, pero ahora parece ya imparable. Tras 1300 años van a acabar con Europa por nuestro propio suicidio. No veo salida, si no viene desde fuera.
Soy atea, pero cada día más católica, sobretodo desde que vivo rodeada de protestantes y musulmanes.
¿Estoy sola? No creo.