El 25 de noviembre es el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, y es una pena que el hecho que dio pie a este día, un asesinato por motivos políticos, y no por razones de sexo, se haya convertido en la excusa perfecta para que otras ideas partidistas e ideológicas busquen su hueco en la narrativa social. El oportunismo, e instrumentalizar la lucha por la libertad, en pro de otras ideas que buscan repercusión e influencia como sea, siempre será una tentación a la que tenemos que estar atentos por el bien común y para salvaguardar el estado de derecho.
El Feminismo, como cualquier ideología con buenos principios, puede degenerar en un movimiento que deforma la realidad hasta afectar al conjunto de ella, como en este caso le pasa dentro de la sociedad española. En nuestro país ahora mismo no hay presunción de violencia para el varón. Si una mujer denuncia a un hombre por violencia de género la policía localizará al sujeto, le esposarán y le detendrán sin pruebas, ingresándole en un calabozo. Si la detención se produce en viernes estará encerrado hasta el lunes hasta que pueda pasar a disposición judicial y luego ya demostrar su inocencia.
Las asimetrías penales en violencia de pareja son totalmente evidentes en nuestro país y dependerá según seas hombre o mujer para salir peor o mejor parado.
Es verdad que la lacra de violencia machista está ahí, pero como en cualquier sociedad avanzada el fin no justifica los medios. Y más cuando en los casos de violencia en la pareja el machismo es un factor más, que no siempre se tiene porque dar. Los casos de “la maté porque era mía” no justifican unas leyes tan desproporcionadas.
Como todos los grandes avances en los estados de derecho, la presunción de inocencia no cae del cielo precisamente y parece que aquí estamos retrocediendo en este aspecto. Son muchas las mujeres que retroalimentan esa psicosis que ha creado el feminismo lamentablemente, y convierten hechos puntuales en un país como el nuestro con bajas tasas de criminalidad a que cualquier hombre sea un potencial delincuente.
El problema de base es que el asesinato a una mujer sea igual a machismo. El factor machista, es uno entre otros muchos factores pero que no se da siempre cuando un hombre mata a una mujer. Creyendo que ese es el único factor, así es como vamos, mientras no ampliemos la perspectiva será difícil plantear soluciones realistas a la violencia, y seguirán habiendo muertes dentro de la pareja sin propuestas posiblemente más eficaces.
Y respecto a la violencia psicológica también entre ambos sexos, el hombre no tiene el monopolio de este tipo de violencia ni del efecto luz de gas. Si la mujer que sufre violencia está invisibilizada solo hay que imaginar al hombre que sufre lo mismo, con el añadido de todo el agravio comparativo legal como amenaza.
La desproporción que se hace sobre un problema es peligrosa cuando no se participa efectivamente, y en consenso para solucionarlo, sino lo que se consigue en este caso es agravar las relaciones entre sexos opuestos, y que no se logre unas interacciones sanas.
Uno de los principales discursos machistas es que la mayoría de las denuncias por violencia de género son falsas. El problema es la invisibilización de los números reales, y que se intente adornar unos números para trasladar una narrativa concreta que no se corresponde con la realidad. Es imposible en la práctica dilucidar cuántas denuncias son falsas y qué denuncias no lo son, salvo las que si tienen una sentencia firme que son el 0,01% aproximadamente.
Lo que sí se sabe es que el 80% de las denuncias por violencia machista acaban en falso. Y un porcentaje de las que sí acaban en condena son condenas por conformidad, donde un abogado recomienda declararse culpable para no entrar en la cárcel. De ese 80% de denuncias en la que el varón sale inocente no sabemos qué porcentaje fueron por una denuncia falsa y que porcentaje no, porque no hay iniciativas legales para poder comprobarlo. A partir de aquí hay un dato que si es real, que el 0,01% de la denuncias son consideradas falsas en su sentencia final, pero que no refleja la realidad de las denuncias totales por violencia de género.
Por tanto ahora mismo estamos en una sociedad en la que tanto el hombre y la mujer salen perjudicados con la vigente legalidad, y con el mensaje que nos quieren trasladar, donde unos viven con una degradación de sus derechos fundamentales, y otras viven bajo una psicosis continua que solo logra conseguir una sociedad donde prime y potencie el miedo, y la desconfianza entre ambos sexos, y que a su vez otros se aprovechan para su propio beneficio personal e ideológico.