Sostiene la RAE que en español el género masculino sirve para referirse a ambos sexos porque es el término no marcado de la oposición. Curiosamente, a poco que se navegue en busca de información sobre el tema, no es infrecuente encontrar páginas que le dan la razón a la RAE afirmando justo lo contrario de lo que ella afirma: que el masculino es el término no marcado de la oposición porque sirve para referirse a ambos sexos. No parece que el concepto esté muy claro. O, al menos, como se dice en Informática, no parece que sea muy intuitivo. ¿Qué es eso del término no marcado? La idea de término no marcado se ve mucho más claramente si en vez de fijarnos en el género nos fijamos en el número. Tanto en español como en otras lenguas romances y en inglés, asociamos el plural con la terminación de las palabras en -s. El plural de chico es chicos, el de chica, chicas. Es decir, la ese es la marca del plural, marca que el singular no lleva. El singular es el número no marcado y el plural el término marcado. Por poner otro ejemplo, la tortilla de patata con cebolla sería el término marcado y la tortilla de patata sin cebolla el no marcado. Así, este último sería apto para nombrar a la tortilla de patata en general: con cebolla o sin cebolla, con pimiento o sin pimiento, con chorizo o sin chorizo, todas las variedades cumplen la condición de estar compuestas por patatas, huevo y sal. Igualmente usamos el singular para hablar de colectivos: El español es ruidoso, El abogado debe confiar en su cliente, El enfermo siente incertidumbre…
Pero el plural como término no marcado tampoco es que funcione, ni mucho menos, en todas las lenguas. La dicotomía ausencia/presencia de un elemento (la ese final) es solo una entre varias maneras de distinguir entre singular y plural. Sin ir más lejos, en italiano nos encontramos la oposición bambino/bambini, bambina/bambine. ¿Es admisible afirmar que la -i y la -e finales de bambini y bambine son marcas de plural frente a las no-marcas -o y -a? Va a ser que no. En italiano, las formas del plural derivan de nominativos latinos, no como en español, francés, catalán, portugués… donde derivan del acusativo. En realidad, la terminación en ese de los plurales en estas lenguas procede las desinencias de los acusativos del plural de la primera (femenino) y segunda (masculino) declinaciones del latín. Rosas, populos. Y en latín, la terminación en ese no tiene ningún significado ni ninguna connotación de plural. Ni siquiera es más frecuente en plural. Las formas populus (pueblo), regis (del rey) o res (cosa) son singular. Lo que ha pasado es que las palabras terminadas en -um (bonum) y -am (bonam) han terminado acabando en -o (bueno) y -a (buena), y entonces sí ha coincidido que el plural en -os y -as resulta el singular más ese. Y la ese final se ha convertido en la marca del plural.
En francés la evolución fonética ha ido, digamos, más lejos. Bonum ha dado bon. Eso hace que el femenino pueda verse como una formación morfológica procedente del masculino, ya que se añade un morfema, bonne. La -e final del femenino francés – como la -a en catalán - se entiende como una marca frente al masculino no marcado. Como en el plural con la terminación en -s, una transformación de masculino a femenino se realizaría mediante una operación de adición.
Pero en español eso no sucede con el género, como tampoco suceden en italiano con el número. Para convertir una palabra en femenino no basta con añadir un morfema: hay que operar una sustitución de un morfema por otro. ¿Por qué deberíamos admitir que la -a de chica es una marca de femenino y la -o de chico es una no-marca? ¿No parece más bien que la -o de chico es tan marca de masculino como la -a de chica marca de femenino?
En resumen: el masculino es el término morfológicamente no marcado de la oposición… en francés. Vamos a tener que quedarnos con la segunda acepción de término no marcado de las dos que nos encontramos en Internet: no es que el masculino se use para designar a ambos sexos porque es el término no marcado, sino que lo llamamos término no marcado porque se usa para designar – no siempre - a ambos sexos.