La matemática María del Carmen Martínez Sancho (1901-1995) nació un 8 de julio.
Fue la primera mujer en España en lograr un doctorado en Matemáticas y una cátedra de instituto en esa misma disciplina.
Estudió con varios de los grandes matemáticos europeos.
Destacó en su faceta de investigadora y docente y desempeñó cargos destacados en la Sociedad Matemática Española.esde su fundación, en 1911, y hasta el fin de la Guerra Civil, en el 36, la Sociedad Matemática Española sumó tan solo doce socias. En ese contexto fraguó su carrera uno de los nombres más destacados de las Matemáticas españolas de principios del siglo XX: María del Carmen Martínez Sancho, la primera mujer del país en lograr un doctorado en Matemáticas y una cátedra de instituto en esa misma disciplina. Como otras muchas grandes investigadoras del primer tercio del siglo pasado, su carrera no estuvo libre de dificultades y se vio favorecida por el clima intelectual generado por la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE). Gracias a una pensión de dieciocho meses concedida por esta última entidad, de hecho, pudo viajar a Berlín en 1931, donde estudió “Geometría multidimensional” con grandes eruditos, como los profesores Friedrich Schur, Ludwig Bieberbach o Adolf Hammerstein. Además de abrir caminos en el doctorado y la cátedra de instituto, Martínez Sancho destacó en su faceta de investigadora y docente y desempeñó cargos destacados en la Sociedad Matemática Española. En 1927, con apenas 26 años, la directiva de Octavio de Toledo –a propuesta de Álvarez Ude– la nombró vocal de la junta; y solo unos meses después, a mediados de 1928, se incorporó al comité de redacción de la Revista Matemática Hispano-Americana, dirigida entonces por Álvarez Ude.
Martínez Sancho nació el 8 de julio de 1901 en Toledo, ciudad en la que estaba destinado su padre, José Martínez Simarro, ayudante de Obras Públicas. Su madre era Emilia Sancho Lahoz. La mayoría de sus hermanos estudiaron en la Institución Libre de Enseñanza y el matrimonio se preocupó por que tanto sus hijos como sus hijas tuviesen la oportunidad de cursar el Bachillerato. La hermana menor de Mª del Carmen, Pilar, también siguió de hecho la carrera científica: a principios de la década de los 30 ejerció como investigadora en la sección de Espectroscopia del Instituto Nacional de Física y Química (INFQ). De nuevo, cabe recordar –como apunta Carmen Magallón Portolés, en Pioneras españolas en las ciencias– que entre 1931 y 1939 no llegaron a trabajar de forma simultánea en el INFQ más de veintiocho mujeres –en 1934–. Su mayor porcentaje sobre el conjunto de la plantilla se alcanzó en 1932, con apenas el 28%. El Bachillerato era el primer obstáculo para que las jóvenes pudiesen acceder a una formación superior, aunque la II República supuso un avance considerable. Según los datos recogidos por Isabel Grana Gil, el número de alumnas matriculadas en Bachillerato pasó de 11.115 en el curso 1930-31 –en 94 institutos–, a 40.196 en 1935-36, cuando se cuentan tres centros más. En la práctica, eso supuso pasar del 14,6 al 32,2% del alumnado total1. Mucho menores fueron los avances en la universidad. La breve duración del régimen republicano, la crisis del 29 y el contexto social y político –con los coletazos conservadores del bienio radical-cedista– explican probablemente que la presencia de la mujer en la universidad aumentase de forma mucho más tibia: si a inicios de la década suponía el 6,3% del conjunto del estudiantado, en 1936 era el 8,8%2.
Julio Rey Pastor (Wikipedia).
Martínez Sancho finalizó el Bachillerato en 1918, en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid y el curso siguiente ingresó en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Durante su primer año –que era común para las licenciaturas de Ciencias, Medicina y Matemáticas– tuvo la suerte de tener entre sus profesores al insigne Julio Rey Pastor, quien acababa de reincorporase a su cátedra de Análisis Matemático tras su primera estancia en Buenos Aires. La influencia de Rey Pastor en la carrera de Martínez Sancho fue decisiva. Fue el académico logroñés quien la animó a acudir al Laboratorio y Seminario Matemático –un organismo dependiente de la JAE– y muy probablemente su ejemplo fue clave para que la joven estudiante se decantase por la rama de las Ciencias Exactas. En el laboratorio trabajó codo con codo con José María Plans, el futuro director de su tesis doctoral, en la que abordó un tema de Geometría Diferencial: los espacios normales de Bianchi. Unos años después, en 1925, se presentaba un avance de su trabajo en un congreso de Coímbra organizado por la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias.
Martínez Sancho se doctoró en Ciencias Exactas en 1928, lo que la convirtió en la primera doctora española en Matemáticas. Ese mismo año protagonizaba otro hito al ser nombrada catedrática numeraria de Matemáticas del Instituto de Ferrol. Por esas fechas Ángela García de la Puerta lograba también la distinción de catedrática numeraria de Física y Química del Instituto de Ciudad Real. En el centro gallego sin embargo –recoge Millán Gasca– “encontró una fuerte oposición a las ideas y métodos renovadores que había conocido en el Instituto-Escuela”. Durante sus años de doctoranda, la joven toledana fue aspirante al Magisterio Secundario de esa institución, donde recibió una formación decisiva para su posterior carrera. Prueba de su interés es que solicitó su acceso como aspirante en septiembre de 1920, cuando aún no había acabado su carrera, que le fue denegado. Tuvo que esperar a estar licenciada –dos años después– para que la junta admitiese su entrada en el Instituto-Escuela. Aunque había mujeres en otras secciones, como Física y Química, durante esos años Martínez Sancho fue la única en la sección de Matemáticas, el Laboratorio y el Seminario. Será en esta época –en 1927– cuando acceda a la Sociedad Matemática Española.
Su estancia en Ferrol fue breve. En 1929, recién fundados los institutos femeninos de Madrid y Barcelona, se trasladó al Instituto Infanta Beatriz. Tampoco allí permanecerá mucho tiempo. Animada por Plans solicitó una pensión a la JAE para estudiar dieciocho meses en Alemania que pudo disfrutar con la entrada del año 1931. Antes pasó un período fugaz, de unos pocos meses, en el Liceo de Guadalajara, donde ocupó la vacante que había dejado el catedrático José Antonio Sánchez Pérez. En los volúmenes archivados de la JAE se puede leer aún una relación detallada de sus estudios con los profesores Schur, Bieberbach, Hopf, Feigl o Hammerstein. Su trabajo se centró en la Geometría diferencial, aunque en el Zentralinstitut für Erziehung und Unterricht asistió también a cursos sobre Educación en Alemania y Metodología y Psicología pedagógica. Magallón Portolés recuerda que Martínez Sancho fue, junto con María Capdevila D’Oriola, una de las primeras mujeres becadas para estudios en el campo de las Matemáticas.
De vuelta de Alemania, en 1932, se incorporó como catedrática de Matemáticas al Instituto-Escuela de Sevilla. Allí se casará con Alberto Meléndez –algunos artículos y libros lo identifican como Menéndez–, un empleado del Banco de España. Entre los dos dirigen la residencia estudiantil del centro, una labor que se verá tajantemente interrumpida por el estallido de la Guerra Civil. Como ocurrió con las instituciones inspiradas en la ILE, la Dictadura clausuró el centro hispalense. Un año después y gracias a la intermediación de su exalumno Manuel Lora-Tamayo –quien llegó a ser ministro de Educación y Ciencia y presidente del CSIC durante el régimen franquista– fue trasladada al Instituto Femenino Murillo de Sevilla. Solo durante unos años, en la década de los 50, ejerció como profesora de Matemáticas en la Universidad de Sevilla para alumnos de Químicas. Natividad Araque recoge algunas anécdotas de este período que reflejan su generosidad y gran pasión por la docencia. Destaca una ocasión en la que, tras enterarse de que una alumna no podía acudir al instituto porque se había roto una pierna, decidió trasladase hasta su casa y darle clases particulares. Tras su jubilación, en 1974, se trasladó a Madrid, donde siguió entregándose a su profunda vocación docente. De forma altruista dio clases en Vallecas. Murió a finales de 1995, con 94 años. En 2001 el Ayuntamiento de Sevilla bautizó una calle con su nombre.
Fuente: mujeresconciencia.com