Las redes sociales llegaron con el cambio de siglo y sus creadores nos hicieron la promesa de que nos ayudarían a conectarnos entre nosotros. En principio, así fue. Gracias a ellas, el mundo se hizo más pequeño y, de repente, era facilísimo reconectar con tus antiguos compañeros de colegio, a quienes les habías perdido la pista, o con personas que vivían al otro lado del mundo pero que, como tú, eran fans de, por ejemplo, Jean-Claude Van Damme.