El veganismo debe su nacimiento al hecho de que en lo más profundo de nosotros creemos inexpugnablemente en la libertad. La libertad para vivir nuestra propia vida a nuestra manera, de acuerdo con nuestra propia luz interior, es fundamental para nuestra visión de la vida misma. Creer en el derecho a ser libres significa inevitablemente otorgar ese mismo derecho a los demás. Si fracasamos en esto, negamos el principio en sí. Al excluir el hombre de su mente a los animales de esta operación, ha establecido límites arbitrarios sobre ella, y al hacerlo ha cosechado lo que sembró —una grave limitación sobre su propio progreso.