De repente, un revuelo cerca de mí. Estoy sentado en la primera fila y la pasajera que está en la fila de al lado se suelta el cinturón y se levanta. La sobrecargo del vuelo, rápidamente, se dirige hacia ella y le indica enérgicamente que se siente, pero la pasajera no le obedece. El avión se detiene. La sobrecargo, amable, pero firmemente, se lleva a la pasajera hacia la parte más delantera del avión, pero no corre del todo las cortinas que separan esa zona de la cabina principal y mi posición privilegiada me permite seguir la conversación.