Cuanto más banales e infantiles sean los mensajes, mayor capacidad de recuerdo y mejor penetración psicológica en las actitudes automáticas de la masa. Pensar críticamente requiere un esfuerzo suplementario y un contraste de opiniones polémico. Los cuentos de hadas vienen a nuestro encuentro para facilitarnos la penosa tarea de pensar contracorriente y situarnos en la duda razonable. Este sentimiento de fondo, cultural y somático, creado por los productores de iconos y consensos psicológicos nos ayuda a pensar como desea el sistema.
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