En las multitudes que hoy día se movilizan la repulsa adquiere el carácter no ya de intuición, sino de palpable evidencia. La sensibilidad genérica de los indignados se ha plasmado en precisa concreción. En la terrible evidencia de que los actuales poderes económicos, a que los gobiernos europeos sirven como lacayos, como “comisarios políticos del capitalismo”, en expresión de Saramago, están guiados por un voracidad canibalística. La cual, desaparecido, según piensan, el peligro del comunismo, les lleva a aplastar a la mayor parte de la ciuda