“Estoy estresado, necesito algo para picar” o “tengo antojo de chocolate” son algunas de las frases que mejor reflejan cuando una persona acude a la comida para combatir la ansiedad. Conocida también como alimentación emocional, la ansiedad por comer implica usar la comida como un mecanismo para sentirnos mejor. En la mayoría de los casos, no tiene nada que ver con el hambre física, sino con suprimir o aliviar emociones desagradables, e incluso lidiar con situaciones incómodas.