La organización criminal brasileña Primer Comando de la Capital (PCC) vetó su venta en lugares bajo su control. Se dió cuenta de que el uso excesivo de K2 y K9 atraía la presencia de la policía. "Cuando un hombre las consume en la favela puede caerse y golpearse la cabeza, enfermarse, y esto lleva a que autoridades públicas vayan allí, como la policía y la ambulancia. Si el cliente va y ve a la policía y médicos, se da la vuelta y deja de comprar". El PCC “se enfoca en el lucro y tiene ese cálculo de costos y beneficios en la venta de droga".
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