Hace poco más de una semana, una protectora recibió una perra de raza bóxer, que llegó a sus instalaciones en muy mal estado. Aparte de las lesiones sufridas durante su utilización en los combates, tenía marcas de palos a lo largo de todo el lomo y sufría una gran hemorragia, como consecuencia de los desgarros que presentaba en la vagina y el útero. Unas heridas que, con total seguridad, fueron producidas de manera intencionada con alguna clase de objeto contundente.