Corría el año 1798 cuando Napoleón tomó la isla de Malta. Los caballeros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, dueños de la isla, se refugiaron en su mayoría en Roma. Pero muchos de ellos aceptaron la hospitalidad del zar Pablo I. Agradecidos, varios caballeros nombraron al zar Gran Maestre, a pesar de la oposición del Papa. Su Católica Majestad, el rey Carlos IV de España, apoyó a los que se oponían. El zar ordenó que se declarase la guerra a España. La guerra terminó sin disparar un solo tiro por ninguna de las partes.