Aún hay circos que ofrecen espectáculos con animales, como el que está ahora en Santiago. Detrás de esas funciones se esconde la tortura. Para conseguir que un oso con falda ande en bicicleta, un elefante haga piruetas, o un tigre atraviese un aro de fuego, los domadores utilizan látigos, collares de ahorcar, instrumentos para picar eléctricos, ganchos de metal, barras de hierro, estacas con pinchos y el condicionamiento del hambre. Los domadores no son sus amigos, son sus torturadores.