La pesadilla se inició poco antes de las 11.00 horas. "A mí me estaba atendiendo una de las empleadas en una mesa, porque en esa oficina de la plaza Unamuno no hay ventanillas, así que yo estaba de espaldas a la puerta". "De repente, la chica me dice: no te muevas, estáte tranquila". En ese momento, ni se le pasaba por la imaginación que iba a vivir un atraco en directo.