El cardiocirujano Josep M. Caralps -ejecutor del primer trasplante de corazón en España en 1984, autor del libro “Supercorazón” y director del Servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital Quirón en Barcelona- sugiere que “el corazón al ser el órgano más carismático y fascinante del ser humano es muy probable que genere sus propios sentimientos y emociones, cuyo transmisor es el cerebro”. Por eso, un injerto cardíaco podría transferir “recuerdos y sensaciones” del donante.
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Y no sé si tendrá razón el cardiocirujano ese de marras, pero de esto sabe al menos más que yo.
Y ojo, que no ha afirmado nada... solo ha sugerido.
Al final se curan en salud diciendo que no hay pruebas, que es sugerente pero... vamos, como hacía el Charles Berlitz cuando se inventó eso del triángulo de las Bermudas.