Inmigrantes molestos. Viajan a Gran Bretaña, quitándonos el trabajo, viven de las prestaciones sociales, copan los servicios de salud, invaden las escuelas locales y ocupando viviendas de protección oficial. Eso, al menos, es la historia contada por los políticos del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) y, cada vez más, por los miembros del Partido Conservador. Un nuevo estudio realizado por dos economistas cuenta una historia muy diferente.
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