Durante los años 20, el médico Serge Voronoff se dedicó a realizar una serie de extrañas cirugías y, lo que es más sorprendente, las puso de moda. El procedimiento era relativamente sencillo: tomaba los testículos de un mono y los introducía en el cuerpo de un humano. La gente hacía cola para ponerse en manos del doctor Voronoff, pero no por capricho. El motivo era mucho más profundo, porque con esas operaciones el médico ruso prometía “curar” la vejez. La eterna juventud parecía posible y consistía en testículos de mono.
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PD. Lo peor de esto es que lo enseñan en los colegios públicos y lo pagamos entre todos. Con dos cojones.