Se trata de un reto mayúsculo que requiere dejar de lado cuatro pecados que pueden lastrar la voluntad política y cívica para asumirlo: el pecado de la nostalgia de un pasado mitificado; el pecado del declinismo que se recrea en la impotencia; el pecado de la rutina que rehúye los problemas complejos; y el pecado del adanismo que ningunea el legado recibido.
|
etiquetas: barcelona , ciudades , elecciones