En su lucha por normalizar la maternidad, Ardern llegaba a la sede la ONU en Nueva York con su hija en brazos y se la vio jugando con ella mientras llegaba su turno de intervención. Le acompañaba su marido que fue el encargado de cuidar de la niña cuando llegó el turno de palabra para la primera ministra neozelandesa. El parlamento de Nueva Zelanda aprobó una norma que permitía que el primer ministro pudieran viajar con una niñera al extranjero a costa del erario público. Sin embargo, Ardern anunció que lo pagaría de su bolsillo.
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