Cada día, cada segundo, Europa y África ―las placas euroasiática y la africana en términos geológicos― se acercan en un proceso constante que da como resultado una aproximación de cuatro o cinco milímetros al año entre los continentes, según Jesús Galindo Zaldívar, profesor y catedrático de la Universidad de Granada. Ese movimiento continuo no tiene ningún efecto sísmico en la superficie, pero sí va acumulando energía en profundidad que, periódicamente, se libera a la superficie a través de terremotos. “En superficie, las fallas se mueven poco
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Madre mía...
Habrá que poner un palo para que no se terminen de juntar y así que siga corriendo el agua