Siempre digo que yo he llegado tarde a la fotografía. Y es verdad, aunque con matices. Lo cierto es que ha estado presente en mi vida desde que era bien pequeña, ya que mi padre era muy aficionado a sacar diapositivas de nuestra vida diaria y a organizar pequeñas sesiones con un proyector que había en casa. Eran momentos mágicos. Por aquel entonces, antes de Internet, los móviles, las redes sociales y los selfies, verse proyectada en una pantalla a gran tamaño, sobre una pared, me provocaba una sensación muy especial.