Más de una vez he confesado, al principio con mucho pudor, ahora ya con un punto más de seguridad (y bastantes menos de vergüenza), que Cartier-Bresson no está entre mis fotógrafos favoritos. No creo que él se enfadara por esto, ni que le quitara el sueño, al fin y al cabo, tiene miles y miles de seguidores y admiradores. Y yo soy una de ellos, aunque sus fotos no me gusten. O, mejor dicho, no me emocionen. ¿Es posible algo así? Pues sí, lo es. La calidad y la maestría de un trabajo, y el de Cartier-Bresson la tiene...