Los viajes clandestinos que menciona le llevaban ni más ni menos que a España, donde el know how del dopaje, traído desde la RDA, estaba a la orden del día. Dice que venía forma clandestina e insiste en que lo detestaba: «Hacía esos vuelos secretos para ver a este tipo que me conocía… lo odiaba profundamente». Ponía en peligro su salud, reconoce, pero lo peor fue psicológicamente: «Las odiaba, estuviera la sangre entrando o saliendo. Estás ahí sentado y, simplemente, piensas ¿Qué estoy haciendo? Esto es una locura». Aquello acabó con su moral:
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