La actitud tradicional hacia la consideración de los animales puede resumirse así: hay unos individuos que importan plenamente mientras que otros apenas importan o no importan en absoluto. Esta diferencia entre quienes importan y quienes no importan coincide exactamente con la distinción de especie entre animales y humanos. La pregunta que debemos hacernos es si está justificado tratar peor a un individuo por no pertenecer a la especie humana y si la discriminación basada en la especie no es tan injusta como la basada en el sexo o en la raza.
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Y, por otra parte, creo necesario también indicar otro punto importante: cualquier argumento verdaderamente profundo, serio, y filosófica y lógicamente cualificado que pueda ofrecerse para explicar por qué no está bien maltratar a otros seres humanos (cuando no hay una justificación suficiente para ello), inmediatamente también servirá para explicar por qué no está bien maltratar a animales cuando no hay una justificación adecuada y suficiente para ello.